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Solicitar una hipoteca a interés fijo están de moda, y te contamos cuál es su origen, así como las ventajas e inconvenientes de este producto financiero.
Como ya hemos comentado en cierta ocasión en alguno de nuestros artículos, pedir una hipoteca a interés fijo empieza a estar de moda en España. La particularidad de esta modalidad viene dada por la seguridad de saber en todo momento cuál es la cantidad de intereses que finalmente desembolsaremos una vez firmemos el contrato con la entidad financiera por la hipoteca.
Al contrario de lo que ocurre con las hipotecas a tipo de interés variable, el pago de los intereses no viene asociado a un referencial (normalmente se suele usar el Euríbor, pero también el IRPH o el CECA) más un diferencial negociado de forma previa, con lo que no asumimos ningún riesgo a la hora de que el cambio de ciclo económico pueda elevar el precio del dinero. Por contra, tampoco nos podremos beneficiar cuando se produzcan rebajas en los tipos, con lo que las hipotecas a tipo de interés fijo pueden ser considerada como las que más estabilidad aportan.
A nivel histórico, la utilización de este tipo de hipotecas venía dada en base a la seguridad de que las fluctuaciones en el precio del dinero no eran tan acusadas ni extremas, con lo que, a pesar de no conocer con exactitud cuánto sería la cantidad de intereses total a pagar, sí que se podía hacer un cálculo aproximado de los costes adicionales que tendría que asumir el deudor con el acreedor. Esta situación hacía que no fuera necesario ningún tipo de mecanismo mediante el cual se trasladase el impacto a los activos. Al final, únicamente la existencia de las hipotecas a tipo de interés fijo, así como otras clases de préstamos que funcionan de forma similar, surgía para reducir un poco la complejidad de los mercados financieros y del sistema económico en general.
En el contexto actual, la entrada de las hipotecas a tipo de interés fijo viene motivada principalmente por el mínimo histórico que en estos momentos marca el Banco Central Europeo en cuanto al precio del dinero, que en estos momentos está situado en el 0,05%, además de la inyección de liquidez que de forma mensual se introduce en el sistema financiero de la mano del programa “Quantitative Easing”. Bajo esta situación, las entidades financieras se lanzan a conseguir cuota de mercado ofreciendo productos más competitivos que la competencia, bajando para ello el coste que se sitúa lejos de los que se barajaban a principio de la crisis financiera.
En este momento, en pleno año 2017, podríamos considerar que la oferta disponible hace que las hipotecas a tipo de interés fijo sean mucho más competitivas que hace unos años. De hecho, si echamos la vista atrás a 2014, nos podíamos encontrar hipotecas de esta clase que iban desde el 3,5% de interés al 8%, algo que se coloca en clara desventaja con respecto a la situación que disfrutan en estos momentos las hipotecas a tipo de interés variable. En cambio, con el escenario que hemos dibujado y la competitividad tan elevada, descubrimos ofertas que llegan incluso hasta el 2,5% de interés, un porcentaje nunca antes visto en este campo.
La contrapartida, o el precio que se debe pagar por llegar a conseguir una oferta tan suculenta si nos referimos a un bajo tipo de interés fijo, es la alta vinculación que la entidad financiera exige al cliente o deudor. En una situación en la que el banco ve que su fuente principal de ingresos viene dada por conseguir una mayor cuota de mercado, trata de exprimir al máximo las posibilidades que este hecho puede dar. Hablamos, por ejemplo, de disponer de las condiciones más favorables posibles si se accede a la contratación de un seguro de hogar y de vida, así como la domiciliación de diferentes recibos y, sobre todo, de la nómina. Cuanto más alta se la vinculación con la entidad financiera, mejores serán las condiciones que se puedan conseguir en una hipoteca a interés fijo.
Otro de los problemas que pueden surgir viene en relación con el porcentaje de financiación que se pueda plantear con respecto a la vivienda. En una gran mayoría de casos, la financiación se ajusta hasta llegar únicamente al 65%, con lo que de entrada no permitiría la participación de una gran parte de la población en este tipo de hipotecas. En cambio, hay ofertas ya en el mercado que la colocan cerca del 80%, una cifra más acorde y similar a lo que podríamos encontrar perfectamente si fuéramos a solicitar una hipoteca a tipo de interés variable. Al igual que ocurre en el porcentaje en el que se establece el tipo de interés fijo, también la naturaleza de la financiación parcial llega de la mano de el nivel de vinculación que se tenga con la entidad financiera.
Además de las hipotecas, son muchos otros los productos financieros que funcionan mediante un tipo de interés fijo. Entre estos productos encontramos los Bonos y Obligaciones del Estado, las Letras del Tesoro, el interés al que se hace frente con la tarjeta de crédito o los descuentos y anticipos que las entidades financieras conceden a los clientes.